Deus ex Machina: La solución a cualquier problema sin solución
Todo empezó con una grúa
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El gran teatro de Éfeso |
Comenzar a escribir una historia es complicado, muy
complicado, y aunque algunos tienen el talento y la experiencia para visualizar
por completo todos los acontecimientos que sucederán a futuro dentro de la
trama, la mayoría de mortales simplemente dejamos fluir la historia poco a
poco, con solo algunas ideas en claro de a dónde queremos ir y que es lo que
queremos contar.
Esto no es algo negativo ni mucho menos, pero si nos
descuidamos puede dar pie a que se generen situaciones donde los personajes se
encuentren atascados; callejones sin salida en los que la coherencia del mundo
que hemos creado se interpone y no hay ninguna acción que nuestros queridos
protagonistas puedan llevar a cabo para salir bien librados.
En estos momentos, donde ni los personajes ni nosotros
como autores sabemos cómo salir del embrollo que hemos creado, aparece en
nuestra imaginación un peligroso recurso, un aliado que rápidamente nos dará la
espalda para convertirse en nuestro enemigo… nada más y nada menos que Dios, si,
Dios.
Deus ex Machina es una expresión latina que significa a
groso modo “Dios que baja de una maquina” y nació en el teatro griego, en obras
trágicas donde los personajes se veían envueltos en conflictos que escapaban de
su control. Cerca del final y ya dándolo todo por perdido, un actor
representando alguna deidad aparecía colgando de una grúa o mecanismo y, convenientemente,
resolvía el problema con sus poderes del olimpo.
Un ejemplo fácil de reconocer está en la Ilíada, durante
la famosa guerra de Troya, donde el príncipe troyano Paris, a punto de ser
asesinado por el rey Menelao, es salvado por la intervención de Afrodita, diosa
del amor.
Al igual que este caso, muchos son los héroes de los
mitos griegos que son rescatados en último momento por la intervención de
alguna deidad. Ante un problema sin solución, que baje Dios y lo resuelva.
Esto para las culturas griega y romana tenía sentido
debido a sus creencias religiosas y supersticiones, pero en la actualidad es un
recurso narrativo que no pasa desapercibido y en la mayoría de los casos no es bien
recibido.
De dios griego a medallón de oro
Hoy en día el dios griego ha sido reemplazado por
cualquier evento azaroso o intervención externa a los protagonistas, pero sigue
teniendo el mismo efecto. Solventar una situación que de otro modo los
personajes involucrados no tendrían forma de resolver, beneficiándolos contra
toda posibilidad.
En la mayoría de los casos son elementos que no se
introdujeron en la historia previamente, dando la sensación de que el autor de
la obra no sabía cómo resolver el conflicto que tenía frente a él, y viéndose atascado
tomó el camino más simple: romper la coherencia interna de la trama para poner
al guion de parte de los protagonistas de forma arbitraria.
No deja de resultar odioso que un ejército aparezca de la
nada para contribuir en una batalla perdida, que el protagonista sea salvado de
la muerte por un medallón del tamaño de una moneda que se atraviesa en el
camino de una bala, que el villano repentinamente tenga una epifanía moral que
lo obligue a detenerse, o que haya un personaje con la desconocida pero
oportuna habilidad de volver en el tiempo.
Los elementos de un Deus ex Machina incluso pueden haber
sido previamente mencionados, pero su mera existencia desmenuza lentamente la
coherencia de la trama, al poder por si mismas resolver todos los dilemas a los
que se enfrenan los protagonistas.
Resolviste el problema pero
¿a qué precio?
La facilidad que tiene un Deus ex Machina para solventar
cualquier inconveniente es innegable, pero nada en esta vida es tan sencillo.
Este recurso narrativo, odioso como pocos, va directamente en contra de la
lógica interna de cualquier obra, destruyendo el conflicto y dando la sensación
de que todo pudo haberse solucionado desde un principio.
No importa lo fantástica que sea una historia, si es de
ciencia ficción, terror o fantasía medieval; necesita que su autor cimiente
bien las reglas del mundo donde se desarrolla la trama para que el lector pueda
creerse lo que está leyendo. Si una vez hecho esto, un evento azaroso e
inesperado, carente de credibilidad, es la solución a todo, es normal sentir que
el final fue poco satisfactorio, por no decir decepcionante.

Has resuelto el problema de la trama, pero has dañado el
final de tu historia ¿qué te queda? El final, la resolución del conflicto, es
clave para cualquier libro, serie o película, y un recurso como este en un
momento tan importante puede acabar fácilmente con una buena historia,
lanzándola al abismo de tramas interesantes que no lograron terminar de la
manera correcta.
Es responsabilidad del autor de la obra evitar este
escenario tan triste, teniendo precaución para no generar callejones sin salida
en su historia que logren atascarlo, obligándolo a recurrir a esta mala
herramienta.
Esto es más sencillo decirlo que de hacerlo, pero hay algunos recursos como el planting, que bien usadas y construidas, te ayudaran a avanzar de manera coherente y atractiva.
Dios y el diablo se parecen bastante
Como dato curioso, resulta extraño lo dañino que puede
ser Dios en una historia, y resulta incluso más raro que el demonio se parezca
tanto a él. Pues resulta ser que al igual que existe un Deus ex Machina, existe
un Diabolus ex Machina. Otro recurso narrativo impertinente y desagradable.
Este último, a diferencia de su contraparte celestial,
cumple la función de generar un conflicto o de echar por tierra lo que
previamente se había resuelto. Todo de manera sorpresiva y dañando en el
proceso cualquier construcción previa de la trama. En las películas de terror
se ha sobreexplotado este recurso, haciendo que un villano mil veces derrotado
vuelva en el último momento y de manera injustificada.
Al igual que con el Deus ex Machina, el Diabolus ex Machina debería ser evitado en la mayoría de los casos, pues representa una falta de ingenio de parte del autor a la hora de generar conflictos interesantes y creíbles.
Aunque seguramente hayan formas menos toscas de
recurrir a estas herramientas y no es necesario tacharlas por completo, suelen
haber otros medios para desarrollar una historia y hacerla más divertida y
orgánica, solo hay que investigar un poco y tratar lo que escribimos con un
poco más de mimo.
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